Endeudamiento global en máximos. La tendencia es preocupante: la deuda mundial pasó de 80 billones de USD en el año 2000 a más de 400 billones proyectados para 2030.
Dilución monetaria e inflación. Con cargas fiscales elevadas, los gobiernos suelen financiarse expandiendo la base monetaria. Aumentar la oferta de dinero deprecia las monedas fiduciarias (dólar, euro), erosiona el poder adquisitivo y mina la confianza.
Por qué el oro importa. Como activo físico y escaso, no puede “imprimirse”. Históricamente ha funcionado como reserva de valor y cobertura frente a la inflación y la devaluación monetaria.
Riesgo financiero y soberano. Un endeudamiento tan alto incrementa la probabilidad de crisis y de eventuales impagos soberanos. En escenarios de incertidumbre, los inversores migran hacia activos percibidos como seguros.
Refugio en la volatilidad. Cuando los mercados bursátiles se vuelven inestables, el oro tiende a atraer capital, actuando como seguro dentro de la cartera.
Conclusión práctica. El oro no elimina la deuda global, pero sí puede proteger el patrimonio frente a sus posibles consecuencias económicas.